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9 de octubre de 2017

Espíritus Ardientes

La conexión entre banda y público es algo muy importante para el desarrollo de un artista. Lograr conectar, llegar a una cierta cantidad de personas. Tocar una fibra en su interior. Algo que conmueva, o movilice. No es tarea sencilla, claro está. Plantarse arriba de un escenario, tocar sus canciones y dejar que fluya. Que el público se olvide por un momento de otras cosas y se deje llevar por la música, las canciones y las melodías. Cantar, bailar, saltar, aplaudir o alentar. Son pocas (o por lo menos no muchas), las bandas pueden lograrlo. Los Espíritus pueden hacerlo.
Con Maxi Prietto, en guitarra y voces, a la cabeza, desde el lanzamiento de su primer disco homónimo en 2013, (previo lanzamiento de 3 EPs), traían un blues psicodélico con guitarras y percusiones. Con canciones como “Lo Echaron del Bar” que remitía un poco a su anterior agrupación (Prietto viaja al cosmos con Mariano) y que mostraba una parte de lo que luego consolidarían como estilo propio. Otras como “Noches de verano” con una impronta más rockera (con el uso de los slides), que comienza con  un riff inicial, al que enseguida se suma la guitarra acústica y dice que “para ser bueno, hay que hacer el mal, pero a escondidas”.
En “Los desamparados”, una de las más lentas del disco, invita al coro general, con su única estrofa que dice en el final “En cada galaxia hay una mañana abriéndose”. La distorsión, un poco sucia, funciona  como puente en medio de la canción.
Los Espíritus, que se completan con Santiago Moraes (Guitarra acústica y voces), Pipe Correa (Batería), Fernando Barreyro (Percusión), Martin Fernández Batmalle (Bajo) y Miguel Mactas (Guitarras), siguieron haciendo canciones, y dos años después sale a la luz “Gratitud” (2015).


Que incluye “Vamos a la luna” con una introducción psicodélica, gracias a las guitarras eléctricas, con diferentes sonidos cuasi setentosos. O la que da título al disco, con arranque instrumental y las guitaras jugando entre sí, para que, de golpe, un cambio de ritmo la transforme en una melodía más lenta, para luego retomar su ritmo frenético. Como un subibaja coordinado y guiado tal vez, por la distorsión de las guitarras.
Con pasajes de voces que se escuchan lejos, como gritando su mensaje y la guitarra acústica siempre presente. Con un rasgueo bien marcado, furioso a veces y delicado en otras, se van sucediendo las canciones del disco. Algunas lentas, como “Mares”, con la voz como cansina de Maxi, en este rock que establece “A mi modo de ver las cosas, todos estaríamos mejor, si miráramos en los ojos de esos mares” y otras con letras más directas como “Negro chico” (“Se sube al tren en movimiento, y los vagones se pone a cruzar con una mano pide plata la otra los mocos meta sacar”).
Con el más reciente “Agua ardiente” (2017) terminan de afirmarse en la escena independiente. Con un estilo ya forjado, en donde las guitarras aparecen con efectos psicodélicos y las voces repartidas entre Maxi y Santiago, dándole colores diferentes a las canciones, que adquieren una impronta propia, con emociones distintas, como en “Huracanes”, o “Las armas las carga el diablo” con otra letra bien clara (“las armas las carga el diablo y las descarga algún oficial, si le anda la lapicera le agrega al diario el titular”) y una melodía lenta y melancólica. Otras más movidas como “La rueda que mueve al mundo”, “El viento” (casi un rockabilly)  o “Jugo”(con la guitarra eléctrica en su máxima expresión), demuestran la diversidad de matices que tiene la banda y como pueden llevarlos adelante sin perder su propio estilo.
Las canciones de Los Espíritus son claras. Se escucha su instrumentación. Las guitarras, las percusiones. Todo parece estar ensamblado en su lugar justo. Hasta las letras, que después de escucharlos se pueden seguir repitiendo esas frases. Dejarse llevar por el viaje que proponen Los Espíritus, ya sea en vivo o a través sus discos. Sentir como uno comienza a moverse en el lugar, como movido por una extraña oleada. Es casi inevitable. Cantar, aplaudir, moverse. Música nueva y de la buena.

"Jugo" - Los Espíritus